Nube aclara y oscurece: El Conejo Alberto, ¿mascota o arma letal?

Las suaves manos de Nube acarician con ternura al pálido conejo. Pero el ceño fruncido del personaje más enigmático de la atmósfera subtropical parece bosquejar una especie de disconformidad, de enojo, de ira. Y dice:

“Esta revista de mierda con imprudente desenvoltura se atreve a afirmar que Alberto César es una mascota ¡No, señora! Muy errado el título que encabeza la nota. A ver si comenzamos a entender el paradigma de la complejidad. Hay que acabar con el pensamiento lineal. Éste no puede dar respuestas a los problemas complejos puesto que los mismos son multi-causales. Repito: ¡El conejo Alberto no es una mascota! Creía haberlo aclarado en la entrevista del número anterior pero, evidentemente, el director de este panfleto barato con su parafernalia anarquista de nene de papá de Barrio Norte no logra comprender la profundidad de la cuestión. Alberto César es un arma letal con un enorme poder de abstracción. No quiere a sus padres y no reconoce a sus hijos. Es sigiloso y prácticamente mudo. Sus ojos rojos monitorean las almas en pena del universo todo que, desde luego, existen. Lo que digo no se trata de un cuento fantástico. Tampoco es producto de la invención de mi mente. Yo mismo he visto a esta maravilla blanca en el desempeño de sus funciones. Es una máquina moledora de carne. Es una sonda de viento radiactivo que no se ve y apenas se siente, pero fulmina. Invito al ignorante Mumm Ra a que abandone la dirección de esta gacetilla frívola y superficial y que se aboque al estudio de la pedagogía de Waldorf para que logre comprender que es necesario un aprendizaje que preserve lo cultural-educativo dentro de la esfera de la Libertad, sin interferencia de lo político ni de lo económico. Despreciable Sr. Director: la especificidad no sirve. Busque la eficiencia y entienda que la vida se mueve por ciclos ajustándose a los ritmos del universo. Y si no, sírvase un vaso de alguna bebida digna, recuéstese sobre el sofá de papi y encienda el televisor mientras espera el equinoccio”.


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